jueves, 9 de mayo de 2013

Tiempos sin pausa

Siento lastima de muchas cosas de este mundo. Pero sobretodo de mi, por no comprender esas cosas de este tiempo. Porque se acabó la hora de la sutileza, del encanto y el romance. Es mala época para soñar, ya no se lleva. No se estilan las miradas, las sonrisas cómplices y los pequeños detalles. Es raro desear un corazón, anhelar encontrar el alma y arder en deseo con latencia y espera. No puedes esconder, no puedes crear, no puedes sentir ilusión.

Hoy todo es ya. Y nada es corazón. El concepto de amor esta devaluado al nivel del simple experimento carnal, del juego rápido sin exceso de complicación. Del aquí estoy, esta noche es tuya... y mañana ya veremos. Enamorarse no es mas que jugar un juego de perfiles sin arriesgar, no pones nada, nada pierdes y nada ganas. Te quedas con lo que tu cuerpo consigue, no alimentas tu espíritu, no dibujas una vida, no necesitas una flor, ni un roce furtivo, ni un tintineo en tus rodillas. Solo una copa de alcohol, algo de oscuridad, y ya no existe ni el rubor. Se lleva el quererte hoy, llorarte mañana, engañarte y desengañarme en menos que canta el gallo. Pobres de los que me tildan de anticuado... Se necesita corazón para amar...

Hubo un tiempo en que todo era distinto. En que lo bonito era jugar, pero jugar a enamorarse. Jugar a dejar que lleguen al fondo de tu corazón y te desarmen. Sin miedo, al limite, hasta el final. Sin prisas. Devorando lentamente el reloj, saboreando cada golpe de sus agujas. Siendo esclavo de uno mismo. Del ansia contenida y el sincero sentimiento. Soñando con ser artista, con pintar aventuras que vivir, lugares donde entregarse por completo. Pero sintiendo. Sintiendo el roce de esos dedos al cruzarse sus manos, de sus labios esposados mutuamente y sus cuerpos encendiendo con pausa una hoguera junto al mar como un San Juan en pleno Invierno. De los pétalos, la luz de unas velas y el perfume de su pelo embriagando el divagar. De los inmensos paisajes, las largas caminatas y las conversaciones hasta el amanecer. Valiente de aquel que se enamora una sola vez y lucha por cada día revivir ese amor y llevarlo hasta la otra vida. Eran el tiempo de romanticismo, tiempo que  para todos hoy es perdido...

Suerte la mía que no los entiendo, ni jamás los entenderé.

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