martes, 28 de mayo de 2013

No me arrepiento

Cuanto mas tiempo pasa mas mira uno atrás y busca sentido a lo vivido. Ya no soy un adolescente, y he quemado un lustro de mi juventud. Y he pasado por una etapa en la que todos vivían para el disfrute al exceso, la fiesta sin fin y el desfase extremo. Bajo la crisis de valores queda la premisa de exprimir al máximo el ciclo vital en el que uno no es niño pero tampoco un hombre. Transfiriendo estereotipos e ideas que hacen del carpe diem un leitmotiv juvenil en el cual se ha de encajar para poder considerarte normal. Y ahora que ha pasado el tiempo digo con orgullo lo que durante un tiempo era una pequeña losa en mi conciencia... No soy normal... y menos mal.

Porque no me arrepiento de mi elección, la de alejarme de la embriaguez y la experimentación como argumento para validar mi madurez. Yo fui distinto, me sentí así, me alejé, sufrí con frecuencia por ello, por verme en otro punto, por pensarme un viejo dentro de un niño. Pero no me arrepiento, porque he crecido fuerte en mis convicciones, en mis razonamientos y planteamiento vital. No necesito experimentar lo que de sobra se como acaba. Del mismo modo que no tengo porque comerme el excremento de un perro para saber que no es una delicatesen. No me arrepiento de haberme perdido fiestas hasta el amanecer, o borracheras que acababan en la taza del wáter. No me arrepiento de no vivir a base de risas fingidas y amistades perecederas, de personas que se adoran y se necesitan con la misma velocidad que se olvidan en el tiempo. No me arrepiento de haber me perdido amores de un rato. Porque yo no me arrepiento de haber crecido y pensado de un modo distinto. Y si volviera a tener 18 años, volvería a elegir alejarme de lo que todos hacían, no por ser distinto a ellos, no por sentirme especial o raro... No me arrepiento de la única forma en que yo se ser feliz.

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