Tengo un sitio donde solo estoy yo, donde solo puedo entrar yo. Un lugar dibujado a mi modo donde soy capaz de sentirme en cada momento como necesito. Aquí no hay muros, no hay limites, no existen paredes ni tengo que esconder nada. Y la gran suerte de todo esto es que aqui puedo esconder lo que pienso, mis juicios, mi valoración, mis instintos y mis palabras. Tengo un cajón lleno de cosas que no puedo decir, y por suerte nadie escuchará.
Es mi mente, donde la realidad de fuera no cabe. Donde todo es un gran secreto en un cofre, cuya llave es mía y nunca será de nadie. Aqui opino lo que quiero, me rio, me compadezco, me identifico y deseo cosas imposibles. Aquí en mi mente, puedo decir lo que la gente no soportaría, lo que me haría parecer mezquino, cruel o injusto a los ojos de muchos. Yo soy el dueño de mis pensamientos, yo soy amo y señor de las palabras que no pronuncian mis labios. Esa es la gran suerte. Poder pensar lo que quieras, poder querer, decidir, anhelar, soñar, desear y opinar. En esta caja de secretos, de realidades irreales, de futuros y pasados.
Y he aprendido una lección para la vida. Mantener cerrada mi mente, no dejar que se escape nada, que no me traicione mi boca; pues como dice el refrán...
Soy dueño de lo que pienso, y esclavo de mis palabras...
Conclusión: Mejor pensar mucho y hablar poco...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
salto de fe